Desdoblarme en lo cotidiano
Hola …!
¿Cómo estás? ¿Pudiste dormir bien? ¿Y descansar mejor? ¿Y las tuyas?
Todo ocurrió ayer. Me senté en un lugar poco habitual y me fijé en la silla que tenía en frente. Estaba vacía, sí, pero pude apreciar ese veteado tan característico de la madera de haya. Sí, las hayas.
Seguramente, la madera de haya sea la madera menos noble de las maderas nobles. Desde luego el lugar no mostraba rancio abolengo, y el respaldo, precisamente lo que me llamó la atención era de un prensado de capas, con una fina cubierta de haya. Pero las patas eran otra cosa, eran legítimas, aunque tuviera que mirarlo un par de veces antes de convencerme.
Sí, es posible que sea la “hijadalgo”, pero lo que no cabe duda es que son las señoras de uno de los bosques más nobles, más recios y más bonitos de los que tenemos. Por eso me quedé en la foresta y busqué sobre la hojarasca, la huella de las pisadas que me conducirían hasta tus ojos
Claro que puedes sonreír y reírte, te lo pido por favor.
¿Me dejas desearte unos buenos días?
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